Alejandro González
El hilo rojo del destino
Hace aproximadamente un año, por fin le hice caso a un amigo y vi la serie Devs, que sin contar muchos spoilers, la trama gira en torno a la idea de que “el universo es determinista”, algo que en la vida real muchos físicos consideran posible.
¿Y qué significa esto?
En un sistema determinista, significa que puedes conocer su comportamiento exacto —pasado, presente y futuro— siempre y cuando conozcas las condiciones iniciales. Es decir, si supiéramos la posición exacta de cada partícula del universo en el momento de su formación, en teoría podríamos saber qué profesión vamos a elegir, cuándo nos vamos a enfermar o incluso de quién nos vamos a enamorar y tener hijos.
Y sobre esto último podemos ir más allá. Parecería imposible que una ecuación universal dictara los sentimientos humanos, pero ¿qué tan descabellada es realmente esa idea? Históricamente, las civilizaciones han interpretado algo similar —aunque sin un trasfondo técnico— al hablar del destino y de las personas que están destinadas a cruzarse con nosotros.
Así, el Alejandro de hace algunos ayeres se encontró con una historia hermosa en esencia. Por allá de 2017–2018 quedé maravillado con la cultura japonesa; incluso llegué a estudiar un poco el idioma y su folclore. Fue entonces cuando descubrí el tema que quería contar hoy: el hilo rojo del destino.
Existen variantes menos románticas, pero la que más me gustó es precisamente la que habla de que hay personas que estamos destinadas a conocer, sin importar el tiempo, el lugar o las circunstancias. Se trata de un hilo rojo que une los dedos meñiques de dos personas; puede alargarse, tensarse o enredarse, pero nunca romperse.
Es difícil encontrar la historia “original”, depende de a quién le preguntes o dónde la investigues, los protagonistas cambian, pero la idea central permanece intacta.
No promete finales felices, solo una conexión inevitable. Un amor que puede hacernos los más afortunados o una gran lección cargaremos de por vida.
Creo que somos afortunados si, en esta vida —en este build, en este release— tenemos el honor de encontrarnos con nuestro “hilo rojo”, esa persona que “siempre conociste” (la leyenda habla de múltiples encuentros a lo largo de varias vidas).
Compartir una historia, un hobby, una canción, una película… cosas cotidianas que de pronto toman otro sentido. Incluso el café o una cerveza saben distinto; las risas se sienten más profundas, y las lágrimas ante un momento difícil pesan menos cuando se derraman juntos.
Incluso aquello que duele se vuelve más llevadero cuando existe esa persona que te entiende sin que tengas que explicarte, que te enamora sin cartas ni poemas. La conexión emocional, sexual e intelectual que se forma ahí es algo que, tal vez, solo se experimenta una vez por vida.
Incluso si el final no es bueno, no deberíamos guardar rencor. Somos seres humanos: nos equivocamos, cambiamos, dudamos, rompemos cosas sin querer. La belleza está justamente en esa imperfección que nos vuelve reales.
Y aunque fuera cierto que este universo nos mantiene dentro de una prisión determinista —una coreografía cósmica donde cada paso ya estaba escrito— eso no le quita valor a lo vivido. Al contrario: convierte cada encuentro en un milagro matemático, cada emoción en una consecuencia inevitable y, aun así, profundamente humana.
¿Qué probabilidad de que existamos y vivamos este momento?
Soy programador, creemos un modelo simple para encontrar a nuestro hilo rojo:
"""
Modelo para estimar la probabilidad de encontrarse con el “hilo rojo del destino” en la Ciudad de México.
Condiciones realistas de un programador introvertido :v
Supuestos:
- Solo existe 1 hilo rojo (S = 1).
- Radio de "acción" 1 km desde tu casa.
- Consideramos solo personas de 20–40 años (rango donde suelen formarse parejas estables).
- En total conoces muy poca gente nueva al año (4–5 personas).
- El cálculo usa un modelo de "exposiciones" y estima cuántas personas únicas realmente llegas a cruzar de ese universo.
"""
import math
def prob_hilo_rojo_cdmx_introvertido(
densidad_poblacion=6200, # promedio CDMX (personas/km²)
radio_km=1.0, # rango máximo de movimiento (1 km)
fraccion_20_40=0.30, # porcentaje aproximado de población en edad 20–40
personas_nuevas_por_año=5, # personas nuevas que conoces al año
años_activos=20 # de los 20 a los 40 años
):
# 1) Estimar población relevante en tu zona
area = math.pi * (radio_km ** 2) # km²
total_en_radio = densidad_poblacion * area # personas totales
N = total_en_radio * fraccion_20_40 # candidatos 20–40 en tu radio
if N <= 0:
return 0.0, 0.0, 0.0
# 2) Exposiciones totales a posibles candidatos
exposiciones = personas_nuevas_por_año * años_activos
# 3) Esperanza de personas únicas que realmente cruzas (modelo con reemplazo)
# Fórmula: k = N * (1 - (1 - 1/N) ** exposiciones)
k = N * (1 - (1 - 1.0 / N) ** exposiciones)
# 4) Probabilidad de encontrarte con tu único hilo rojo
# Para S = 1, la prob es exactamente k / N
prob = k / N
return N, k, prob
# Ejemplo rápido de uso
if __name__ == "__main__":
N, k, prob = prob_hilo_rojo_cdmx_introvertido()
print(f"Candidatos en tu radio (20–40 años): {N:.0f}")
print(f"Personas únicas que cruzarías en 20 años: {k:.0f}")
print(f"Probabilidad de encontrar al hilo rojo: {prob*100:.2f}%")
Ejecutamos el modelo bajo estás condiciones, el resultado:

Si no me crees, ejecuta el modelo en tu computadora; ¡solo necesitas Python!
Leyenda o no…
Incluso con un modelo frío, hecho de densidades y porcentajes,la probabilidad de encontrar al hilo rojo no es cero… pero tampoco está garantizada. Aún incluso si todo está escrito, lo vivido sigue siendo nuestro.
Y como cualquier buen software, lo valioso no es la predictibilidad del sistema,
sino los vínculos improbables que emergen dentro de él.
El hilo rojo no es magia: es el recordatorio de que, entre millones de posibilidades,
alguien coincidió contigo en el único frame donde todo tenía sentido.
En mi caso, el build falló… pero dentro del lifetime del proceso fui feliz. Y eso, por improbable que haya sido, ya es un milagro suficiente como para agradecer haberlo vivido.